A María José y a Miguel
El atardecer se une al cielo,
azul oscuro
La niña juega con la arena
al vaivén de las olas.
El viento coquetea con el espigón
y la luna tímida se asoma,
a saludar a las palmeras,
a dibujar castillos plateados en el aire.
Y la sabiduría a mi lado brota,
en un silencio sostenido.
¡En los ojos se os ve, queridos abuelos!