Un río que ayer fue manantial,
encontró en el camino el mar,
una sequía y un torrencial,
nunca se secó y se hizo amar.
El río cada día más humano,
dando vida a pueblos y ciudades,
venerado por el árabe y el cristiano,
río tú solo, vale por todas las creidádes.
Préstame tu gran poder,
tú que calma la sed,
y la tierra riega.
Para tu poderío tener,
concédeme tu merced,
que a quien te adora no se niega.