Repite las palabras, añejas de ser dichas
para mí siempre nuevas las palabras benditas,
palabras dulce miel, de tu boca a mi alma,
ya no preciso más, es tu verbo la magia,
el mundo donde quiero sin miedo ser amada.
A media voz el verso que se posa en mi oído,
y hace rodar muy lento este fino vestido,
suave como la bruma que se esfuma en el alba,
ciñendo mi cintura, recorriendo mí espalda.
Tu palabra caricia que se anida en mi cuello,
deslizan por mis hombros, estremece mis pechos,
tiernas y vigorosas, posesivas y esclavas,
son dedos invisibles que mi cabello atrapan,
erótica caricia que entre mis labios baila.
Tu palabra me puede, me aprisiona, me atrapa,
justo al amanecer cuando la aurora calla
tu palabra me llega y se acuesta en mi cama
es entrega absoluta, tan cálida y deseada.