Ela Andra

Ventana y Matanza

Jamás llegarás a conocer mi asesino.

Se que no le tienes miedo pero no importa, no lo conocerás, no te daré el placer. No se si amarás a mi asesino o simplemente lo rechazarás como otro cualquier ser humano, el único problema es que no eres como cualquier ser humano, eres tu y yo sé que eso no te deja dormir en las noches. No te pido que mires a mi asesino a los ojos en sus manos y veas lo que hizo. No espero nada de eso. Sé que quizás le aplaudas por hacer lo que tu habías deseado y pospuesto por días.

Tal vez mi asesino te eche la culpa, fuiste la última cosa con la que hablé después de todo. Mi asesino es especial, justo como tu pero ni cerca de ser tu gemelo, desearía que fuera tu gemelo, tendría sentido. Ya todo carece de sentido ¿eso te asusta? Esperemos que no, leer esto sería difícil si lo es.

Ojalá no leas esto ahora y lo encuentres en tu ático (sé que no te gustan) después de la muerte de un ser cercano, puedo imaginarme la escena, tu caminando lentamente entre cajas y ves mi nombre en una carta. Recoges la carta del suelo por mera casualidad, no porque te importe. Abres la carta y te quedas abrumado por la palabra asesino. Estoy segura que tomarás un trago por cada vez que leas “asesino”. Se que la he mencionado mucho, pero si no lo hubiera hecho no hubieras llegado tan lejos en esta carta.

Debería limpiar mis lágrimas inexistentes de esta hoja y dejar de imaginarte conociendo mi asesino, créeme, no está tan lejos. Lo conocerás al mirar tu ventana, te recomiendo que no lo hagas. Suerte en tu penosa vida, ¡nos vemos en nuestro infierno!