Sobre el tintero dejo
destellos de cometa en
ojos fugaces.
Aquí dejo mi sangre.
Hecha lienzo, vida
y llanto.
Afluencia desbordante que
rasga el cuerpo, que escapa
en hervor y saeta.
Caldo que cultiva risas y colores
desenvolviéndose sin cuerpo
de reloj.
Carne hecha llama,
hecha pincelada y
violencia sonriente.
Sobre un tintero que
no es mío, dejo caricias
en voz de viento.
Dejo recuerdos ajenos,
y relámpagos que cizallan
el alma más fuerte.
Octavio Márquez