Ya no me queda zumo,
ya no me queda pulpa,
solo un pellejo arrugado resta
de mi media naranja.
Creí que era inagotable,
que podía exprimirla cada día
y volvería a regenerarse,
pero ha llegado un punto
en que ya nada sirve.
Quizás pueda hervir la piel
y hacer una mermelada amarga,
pero sea como sea,
no puedo desprenderme de ella.
Deberé llevarla conmigo
el resto de mis días
mientras siento ,como poco a poco
se pudre la otra mitad.