Estorba el enlace provocado
entre la forma y el acto,
entre el infinito de una mirada
y unos labios al hablar.
La apariencia obedece al tacto,
las palabras resbalan perdiendo identidad.
El tiempo no engaña,
sólo alimenta la parodia
solapando los fantasmas antes de matar.
La madrugada se opone a la lógica.
Las leyes no se dictan,
se hacen sobre la marcha,
o se olvidan…
Que descansen en paz.
Prefiero sostenerme en medio de la anarquía
de unos brazos que apenas me conocen
y de unos pasos que no sé adónde van.
Creo en el delirio
de un sonido que se pierde a la deriva
como una escalera al cielo,
como un puente en el mar.
Pido hora para nacer subiendo,
pido hora para nacer de día.
Pido tierra, agua, viento y sal,
masticando la marea de la vida,
reanudando la carrera
antes de tensar el arco
y disparar.
Sobrevivirá la espuma,
no la roca,
y el final de la ligadura
vendrá mezclado
de salvaje ternura,
en el umbral de un sueño,
de piadoso fuego
y azar.
Y todo caerá alegre,
en silencio,
con la sonrisa de la muerte
del movimiento exhausto
que debe detenerse
delante del rey animal.