Tango que te quiero bien
desde el ocaso al amanecer,
te llevo en vena;
sangre de mi querer.
Desde Buenos Aires al Japón
bajo un mismo cielo de ilusión,
se escucha el compás
de un viejo acordeón.
Sos mi vida, sos mi todo,
una estrella aun sin cielo
que brilla hasta en el lodo.
Tango que te quiero bien
desde el ocaso al amanecer.
Entre clásico y milonga
se escribe tu pentagrama,
y en la silueta de una dama
saboreas la fragancia
de tu música a la fama.
Sos el canto, sos la gracia
que en patios de empedrados
taconeando va tu audacia.
Tango que te quiero bien
desde el ocaso al amanecer,
te llevo en vena;
sangre de mi querer.
Jorge Aimar Francese Hardaick
Escritor y Poeta - Argentina -
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