Me lastima, mi propia pesadilla,
en un trágico sueño, me desnuda
en mi aposento, y no cabe duda,
se aproxima a mi, con una cerilla,
Y se apaga siniestra, la bombilla,
me persigue ella, funesta y velluda,
quiero gritar, pero mi boca muda
de asombro, la mujer prende una silla.
Intento alejarme, para así ahora
conseguir correr, para tras la puerta
escaparme, del fuego y la señora.
Con su espíritu señala sonora,
para que mi alma, permanezca muerta,
y me posea, cuando llegue la hora.