Mi alma
llora de tristeza...
y se anuda desnuda
de fiereza,
se aturde de dardo
envenenado...
en la fontana inalterable
del olvido,
y trueca impura
su amargura...
de vino viejo
y descreído,
en sueño huido
y desgarzado...
zaherido
en la gracia
de un suspiro.