1: Al aire echo
Al aire echo los hilos de oro, al claro
Sol, yéndose mi voz a tu pureza:
lumbre fría, de celestial belleza,
en cuyo hogar vivo no hubo reparo.
Oh espíritu airoso, de pensar raro,
de hermoso cuerpo, de rauda viveza,
de altos pechos, de angélica terneza,
refugio, de mí ; de mi alma, el amparo.
Tales aires venían, que resultan
de la fantasía y de la memoria,
pues tu valor osado yo contemplo.
Oh mis males, mis daños, se sepultan...
Sólo vengo a decir desde mi templo
que el padecer mío se torna gloria.
2: Un soneto
(catorce rejas me encarcelan)
Cabizbajo un soneto me ha tenido.
La estrofa no consigo proyectar,
que en rima los versos tienen que estar,
obteniendo un cuarteto bien cosido.
Comienzo otro cuarteto derretido.
Sílabas cuento al verso del rimar.
Ha de ser de once, me dice el pensar.
Finalizado, ya lo he conseguido.
Dos tercetos me quedan por hacer,
y cada verso del primer terceto
ha de ser con el otro armonizado.
Nueve y doce rimados pueden ser.
En el trece voy a entrar, siendo neto.
Hay catorce: el soneto está acabado.
(Salvador)