Como el fuego, que abrasa y enloquece,
cual la llama que ardiente y encendida,
me dejaste, mi amor de ti prendida,
en un fuego voraz que no decrece.
Este fuego en mi alma permanece,
me mantiene a tu lado. Y ofrecida
a mis juegos, amante enardecida,
cual volcán, que se aviva y no perece.
¿No ves el manantial, que tú derramas,
a través de tus labios tan traviesos?...
¡Mi ardiente y amorosa tú me inflamas!
¡Calma el fuego amoroso con tus besos,
no dejes que se apaguen esas llamas,
pues tú eres el amor de mis excesos...!
©Roberto Santamaría
Collado Villalba – Madrid – 19/10/2017