Belleza indómita, lo vivo -de todo ello-
Un aferrarse al más superfluo soplo
Tibio polvo en recovecos inmiscuido
Del desgarro en el telón divino o cielo
Que nos trajo al mundo alicaídos
Intentado un vuelo digno sobre el más
Allá del sueño; dispuestos horizontes
Como amores rellenos de efímeras eternidades
Por conocer la ausencia de todo sentido
El silencio irrebatible y más supremo
Esta noche la tristeza me hace compañía
Y aunque el sol afuera brille por costumbre
En el rigor inclaudicable de deberes, señala
Con el ejemplo; cada uno va enfrentando su combate
Y aunque, me arrebata la impotencia no saber
A lo que he venido, lo declaró incognoscible
Casi y avergonzado de una necesidad anestesiante
Salgo afuera al encuentro ya de aquella belleza
Amante que perdurará luego de nuestro olvido
Un buscar la rima, en el exceso, el sentido
Más promiscuo de un amor sin compromiso casi
Por carecer de una promesa imposible
De cumplir casi sin dolor incluso
Y replegado en el amor perduro, como un recuerdo
Y mi ausencia se presenta en otro como una caricia
Y no hablo de mí sino de aquellos
Que dentro de uno van conviviendo al paso
Del espíritu, en cuál habitan cuantiosos ritmos
Inmensidades de ya idos físicamente en el devenir constante
Y en la luz del darse cuenta habita un sereno fuego
¿Cuál motivo temías haber perdido y cuál motivo
Ahora consideras haber logrado? Un hallazgo
En sigilo, vigila la sombra del caminante
Un reencuentro con el otro que llevas contigo
Todo el tiempo imperceptible cual respiro
Del sentido, el recuerdo más brillante
Ubicado afuera de uno y del alcance
De la muerte, el otro interminable
Persistiendo vivo