Las palabras se derrumban en el vacío,
rasgan las sordas paredes de las sombras…
retornan como boomerang en un crepitado eco
y se desvanecen como vagos paisajes en el borde de las cosas.
¿Dónde quedarán los asimétricos soflamas,
vestigios de mil versos que mueren
en los eternos surcos de la frente
y se disipan como el otoño.
¿Quién ha de recogerlas en el ocaso,
cuando los huesos yerren abandonados
en los piélagos de la noche?
Cuando nadie las lea
nadie las escuche
nadie las entienda.
¿Quien se acordará en la ultima hora?
¡Qué puta soledad la de un poeta!