Ibas arrastrando pasos y brazos por todo el suelo,
tus ilusiones fueron carcomidas por hoyos negros,
la mirada se oscurecía con el paso de lo nocturno,
verte era no ver nada más que un pobre consuelo.
Sin embargo, aún llevabas contigo brillar interior
que asemejaba a la piedra preciosa por descubrir;
de repente este hombre se animó con su corazón
y se armó a la posición de tu alma poder consentir.
No fue fácil la tarea porque había mucho dañado
aunque no significó para el caballero intimidación;
se puso su traje de guerra para curar lo lastimado
pudiendo finalmente reanimar ese bello corazón.
Se los ve juntos y felices y tomados de las manos
disfrutando la flor de la vida sin alguna limitación.
Así es como termina esta historia de dos humanos
que se complementaron para decir que sí al amor.