Me sumergí en las profundidades de tu suavidad,
llegué al centro de la tierra y nadé
en el ojo que todo lo ve.
Oh! Sabia mujer.
Entre gemidos y llantos, me pregunte.
¿Qué hago yo acá?
Si no creo ni mi propia verdad.
¿Sera que pienso demasiado?
Es que a nadie quiero lastimar.
¿Sera que simplemente me quieras?
Y yo debería dejarme amar.