malco

Garbo



Garbo


A la sombra  serena de floridos almendrales
la inquietud me embarga cual fogoso Brandomín
desprenden del huerto de Ronsard sus aromas los rosales
el tiempo se me alarga y la espera no tiene fin.
Distingo vagamente a lo lejos tu figura
pareceme un sueño que no tiene despertar
aleteos de mainumbí en tu breve cintura
grácil, esbelta y pura de ondoso caminar.

De jilgueros y zorzales siento los trinares 
un temblor irremediable altera mis sentidos
en la justa cercanía del fuego de tus cendrales
mis fuerzas y mis impulsos quedan diluidos.
Garbo que en ti se enseñorea entera y gratamente
labios de tentación carnal y mirada ardiente 
calma mi pasión en el nidal de tu vientre
vuelve suave soplo la tormenta que me envuelve.

No quiere la razón,
al corazón dar entendimiento
pues no conoce el sufrimiento
de los males que le aquejan,
la razón querer no lo deja
y no da el consentimiento
va padeciendo los tormentos
cuando al amor ciego se entrega.
Mas el corazón desobediente
en abierta y franca rebeldía
a la razón lejos la envía 

entregándose al amor ardiente.

Pies de cristal ceñido, breves huellas dejan tus pasos
me arrastran atados con lazos, a lo hondo de tus latidos
ofrendo mi vida entera, mis soles y mis anhelos
los aromas de primavera, mis sueños y sus desvelos
los penares y los consuelos y la barca de mis ilusiones
repleta de corazones palpitando en los ocasos
rendido a la prisión de tus brazos y en tiernos amaneceres

libar la flor de tus labios y llenarte de placeres 
de lunas y de luceros y dejarte en ecos los te quiero
y en invernal lluvia de abrazos cincelar en tus espacios
en el mármol de tu cuerpo la señal eterna indeleble 
de mi querer entero y como anuncio certero
secular y perdurable como huella imborrable
en tu alma y tus sentidos si no habito en ti me muero.

 

Malco
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