Diáspora de mi sangre cada mañana,
desnudar con tu ombligo mi oración,
peregrinar por tus sueños de pagana
meterte almíbar al corazón.
Mis llagas con tu sal se untan
cortesana del Cesar y de Dios,
no valgo ese madero que despuntas
ni las manos que empuñan un adiós.
Me crusificas cada día y me desclavas,
me suturas con saliva, como has querido,
dobla otra campana por un cuerpo redimido.
Mujer vuelvo a mi medida deshuesada,
Cristos que desdeñe por tu piel curvada
y cruzo desde tu templo,... consumido.