Esa sombra, suma de ayeres,
existe en algún punto.
Como esos agujeros negros,
que absorben y aquietan
la materia y la aprisionan
impredeciblemente.
Lo unívoco me ronda
por la noche en que desvivo.
Que no es blanca el alma pura
ni negra la caída
pues no hay color en ellas
ni envejecen según creo.
Y en la conciencia
hay registros que brillan.
De mi libro “De cumbres y de abismos”. 2007 ISBN 978-987-9415-23-8