Fabricamos a nuestro propio universo
aquel
que facilmente;
la dictadura y juicio de terceros
podría clasificar al grado de penumbras
una configuración inédita
que detonaría aún más la entropía del cosmos.
Pero a nosotros
poco nos importó el protocolo
desafiamos la rutina agonizante de los días
con una intersección entre almas y cuerpos
que no tuvo precedentes.
Aquel día mirabamos a las estrellas
la lejanía del brillo de los astros
cimbraba entre nosotros al estrago
utopía era para nosotros tal altura
hasta que encendimos una fogata
un fuego incesante nos catapultó;
a la cima de una danza sublime
cada latido de nuestro ritual
nos hacia ascender un escalón
hicimos que a la materia estelar,
le germinara la envidia
pues beber la piedra filosofal
nos dotó de un brillo inimaginable.