Mis sueños de niña eran sencillos
Quería una casita blanca con patio de glicinas
Un perro malcriado y una gata perezosa
Con muchos niños correteando en el jardín
En cambio tú, justiciero del bien y del mal
Querías resucitar muertos, cambiar destinos
Escribir filosóficos tratados de amor y de moral
Gritar verdades, dar ejemplos y señalar caminos
Mientras tú vagabas solitario por el mundo
Sin transformar ni un alma desdichada
gritando verdades que nadie escuchaba
y escribiendo tratados que nadie leía
Yo no tuve ni casita, ni perro, ni jardín
Sí alguien que se cansó antes de empezar
Y un día, sin saber por qué, se marchó
Se llevó mi auto y en la cajuela mi ilusión
Derrotados por la trágica comedia de sueños frustrados
esa tarde te encontré en la esquina de la plaza
nos besamos sin besarnos, encendimos ilusiones nuevas
Y en pocas horas comprendimos la única verdad
Con un perro y una gata que encontramos por allí
Algunas semillas de glicina robadas
Construimos nuestra casita blanca
Con niños correteando en el jardín