Cierro los ojos, no me aterra la oscuridad.
Camino sin rumbo, experimentar es vital.
Suelto tu mano, prefiero la libertad.
Meditando el ayer la felicidad me hace flotar,
¡cuanto he aprendido de tanta maldad!.
El tiempo no se ha perdido,
eres tú quien se perdió en un mundo abrupto y corrupto.
No me encuentro en el averno, tampoco en el edén,
ni arriba, ni abajo,
¿en el centro tal vez?.
Las llamas infernales no me atormentan,
podre vivir abrazada a Leviatán,
podre pecar, no me da miedo ese lugar.
Suplicio peor que el verme fracasar no hay.
El edén lo compones tu sin tu crueldad,
millares de rezos hipócritas acabas de recitar.
Te hundes en tu mar de mentiras,
enmarañas el hilo limitado de tu vida.