Es el verbo la acción de la palabra
que armoniza el erial de mi jolgorio,
en un verso el dolor se descalabra,
una gota de llanto bien se labra
y se funde en el mismo purgatorio.
De pulirla muy bien me vanaglorio
al hallar flüidez entre la bruma,
con la vista apuntando a un sanatorio
en un vívido aliento transitorio
me sumerjo y doy vueltas a mi pluma.
Y me fluye silente como espuma
una idea tras otra entre la mente,
en el folio que ansioso suma y suma
una idea, aunque absurda, no se esfuma,
eludirla de plano no es prudente.
Si se logra un joyel que es bien frecuente
se le da redondez a la estructura,
se le inyecta el vocablo pertinente,
se acicala después y fácilmente
ya verán cómo cambia su figura.