Mañana apacible ese día en el lago de Palermo, despejada y con una acariciadora tibieza, enfrente ese espejo de agua con sus habituales habitantes: los patos y garzas que con su ir y venir hacen las delicias del observador.
Si a esto agregamos el momento especial por cierto, un viernes santo con poca gente alrededor, la mayoría lejos de la ciudad y los que quedamos en ella tenemos espacio hasta…PARA SOÑAR.
De eso se trata y si no vean lo que sucedió, nada del otro mundo pero todo eso y el sol de lleno en la cara, se confabularon para que mis ojos se fueran cerrando de a poco y de esa forma, me vi transportado a bordo de la más hermosa nave rumbo a ese país fantástico…EL DE LOS RECUERDOS.
Cosa curiosa lo que pasa con nosotros, los que cargamos sobre nuestras espaldas la suficiente cantidad de años como para que ya comiencen a doler, somos incapaces de olvidarnos lo que hicimos hace media hora, en cambio recreamos nuestra niñez como si la tuviésemos al alcance de nuestras manos en algún bolsillo del pantalón.
Y en ese viaje de sueños me veo entre un grupo numeroso de infantes, que al son de su alegre algarabía le rinden pleitesía a una gran deidad de esa infancia, la que por “cinco guitas” nos llevaba hasta los reinos más alejados de nuestra fantasía, nuestra dulce amiga… LA CALESITA.
Ella era la encargada de guiarnos a través de cada vuelta hacia un mundo donde la magia era más grande que nuestras expectativas.
Después de tanta alegría el camino a casa no importaba mucho, a pesar que nos encontraríamos con la más verídica realidad: la pobreza en la que vivíamos, ese tiempo no era un lecho de rosas que digamos.
Pero también era una verdad de a puño eso de los dos platos de la justicia, en uno la humildad que da la pobreza, pero en el otro la dignidad de ser bien de abajo pero con principios, todo esto viene a cuento cuando hago la comparación de aquello con este presente que duele tanto, la humillación de revolver la basura para buscar algo para comer.
Y eso que entre el viejo ayer y este desgraciado ahora pasaron mas de sesenta años, cuando hago estas comparaciones se me nubla la mirada porque al galope siento que vienen unos traviesos lagrimones, como tratando de borrar esta visión que lastima el alma.
Alguien me dijo la otra vez que los de mi generación nos habíamos perdido un montón de cosas condoliéndose por nosotros, yo le dije que si, nos habíamos perdido la droga, el alcohol, la promiscuidad que hace una vida vivida a mil por hora como si el mundo saltaría en pedazos ya y como postre…mostrando todas las miserias interiores hasta por televisión (a jodernos, nos perdimos lo mejor).
Siguiendo un itinerario no trazado mi nave me lleva hacia mi juventud, entonces me doy cuenta que si llegara a apretar la última neurona que me queda, tal vez podría llegar a hacer algo que muchos la tildan de contraproducente… LAS COMPARACIONES.
Solamente a una generación “tan idiota” como la nuestra se le podía ocurrir luchar por nobles ideales, uno de ellos era cambiar al mundo (con todo lo que ello implica), para hacer de él un lugar menos caníbal.
Donde primaran por sobre todas las cosas el respeto y que la ley sea pareja para todos, sin privilegiados que la violen a cada rato: fracasamos en todo, es cierto, pero tan siquiera probamos, sabe Dios cuantos esfuerzos y vidas costó todo ello.
Que diferencia entre los principios y convicciones aquellas y las de los jóvenes de hoy, pobre mundo si espera algo de esta generación, todos sus esfuerzos están abocados entre tantas huevadas a levantar pedestales…A TIPOS PATÉTICOS Y VERGONZANTES DEL DEPORTE, DE LA MÚSICA Y DE ALGÚN POLÍTICO TRASNOCHADO QUE POR DESGRACIA, CRECEN COMO HONGOS.
Cinco mil años de civilización les sirvió solamente para drogarse y emborracharse (hay excepciones entre los jóvenes, por supuesto) mientras están en ese menester, esperan alegremente que algún mesías de los tantos que pululan por aquí y por allí, les vengan a arreglar el mismo kilombo que ellos ayudaron a crear.
Mientras esto sucede, estos: los que se suponen son el porvenir de la patria, gastan sus mejores años…RASCÁNDOSE EL HIGO A DOS MANOS.
Y como mi nave de los sueños se está quedando sin nafta justo en el momento en que voy abriendo los ojos, señal inequívoca que me debo bajar y ubicarme en este presente que duele tanto, donde no hay mucho tiempo para el sentimentalismo: y la nostalgia…ES MALA PALABRA.
No me apena la cantidad de años que llevo pateados, confieso que tuve una juventud plena y llena de matices, pero por sobre todas las cosas… QUE LO PUEDO CONTAR.
Y como soy un masoquista a ultranza, si volviese a nacer, volvería a hacer nuevamente lo mismo.
CHAU INFANCIA
ADIÓS JUVENTUD….
¡BUEN VIAJE VEJEZ!
Boris Gold
(simplemente…un poeta)