Se aprestó al camino
bajo el ardiente abrazo,
recorrió los senderos…
y ya empapado en sus esfuerzos
el celeste se estremeció.
Las cenizas nubes se hablaron
y pronto velaron al sol,
los altos mares desbocaron
entorpeciendo el recorrido.
El río apuro su lecho
y justo el paso le cedió…
pues venía embravecido.
Al terminar la tarde
agotado llega al caserío
y por la noche
su frente reclamó el dolor.
Vino a sus ojos ardor
y en su cuerpo convergieron
lo caliente… que unido al frío
daba paso al desvarío.