La niña se exilia en la tristeza
silencia su dulce canto de zorzal
se desvanecen las hadas de los cuentos
no hay príncipe que redima sus sueños.
Su alma desborda de amargura
han cercenado la flor de su inocencia
deambula entre valles de vergüenza
solo busca el precipicio del olvido.
Tenebrosas tinieblas invaden las pupilas
infernales fantasmas martirizan sus días
pesadillas abusivas la visitan cada luna
no halla motivo para que persistan sus latidos.
La hiel del recuerdo impregna los sentidos
me vislumbro en el espejo del pretérito
ella me observa taciturna, soy su reflejo.
Nora Bó (Argentina)
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