Porfirio Tárrega

Carta a un minúsculo angel

Pequeño y ligero apasionado del amanecer que nunca conoció la libertad. En cautiverio anidaron tus padres, en cautiverio tu último canto nos obsequiaste.

 

Mi abuelita solía decir que tu canto por las mañanas y las noches eran oraciones de agradecimiento al creador, pero por más que quise escuchar una diferencia, tu canto todo el día me parecía muy similar, a lo que sólo puedo agregar que para mi, todo el tiempo y todos los días estuviste agradecido con él.

 

Una vez enfermaste y tu carácter se volvió un poco hosco por las medicinas que tuve que darte. Si existe un lenguaje con el que te hubiera podido decir que todo fue por tu bien, habría estado dispuesto a aprenderlo.

 

Siempre fuiste un canario muy pulcro y limpio con uñas arregladas. Salpicaduras de agua eran escena común en torno a tu jaula, porque inclusive en frías mañanas de invierno, gustabas de bañarte tantas veces como el agua de tu pequeña tina lo permitiera. Pero como en todos, el tiempo fue dejando su marca y tu suave plumaje envejeció volviéndose desordenado, a pesar de que no dejaste nunca de acicalarlo.

 

Al verte más cansado, quise alguna vez silbar en tu lugar para que tuvieras oportunidad de reposar, pero tu insistencia por hablar con Dios no tenia reservas.

 

A pesar de la soledad que fue siempre compañera en tu jaula, estuviste esperando a morir abrazado por las manos de tu dueño. Fue difícil verte moribundo pero me diste el privilegio de acompañarte en tus últimos segundos con una cercanía nunca esperada.

 

No se si realmente te interese saberlo pero quiero decirte que tus fieles amos te dieron una sepultura muy digna. Nadie se atrevió a llorate abiertamente, pero todos lo hicimos. Yo tuve que llorar a solas y consolarme sólo con tu recuerdo y estas líneas.

 

Hay quienes dicen que los animales no tienen alma y por lo tanto al morir no van al cielo, al menos no al que conocemos. De ser esto cierto, quisiera saber como se llamaba eso que tu tenias porque seguro estoy que era algo muy espiritual. Si yo tampoco estoy destinado a ir al cielo al partir (cosa que es muy probable) espero se me dé la oportunidad de ir al cielo al que has ido tú.

 

Gracias por la vida que nos regalaste, gracias por habernos alegrado con tu canto. Muchas gracias por los 15 años en los que llenaste de Dios nuestra casa con tus oraciones.

 

Adiós mi minúsculo angel.