Las catedrales de la nada
se levantan breves...
sobre aquiescencias
desgastadas,
e inconexas...
de impúdicas vestales,
allá donde
la pluriforme soledad...
se devana breve,
entre lánguidas
hetairas...
de belleza desbocada.
Pureza...
apenas deslazada
de impertérrita
miseria,
en la disimétrica
voluptuosidad...
de lo políticamente
incorrecto,
y desmedidamente absurdo.