“Asegura el escritor,/ que según lo registra su memoria,/ puede haber una historia sin amor,/ pero nunca un amor sin historia”.
Dijo usted señora, que no lo podía creer,
que esa a quien tanto amé no me amara,
que usted apostaría que me iba a querer
y yo siempre le advertí que no apostara.
Sepa usted señora que en eso no atinó,
al final ya ve, hasta Cupido se equivoca;
no sé si acaso algún “te amo” ella sintió,
yo sentí todos los repetidos por mi boca.
Sepa usted señora que ella me mentía
y no todos somos como usted se figura.
La vida es dulce cuando es una fantasía,
pero la realidad golpea implacable, dura.
¿La vio abrazarme? Sí, tierno momento…
Aún recuerdo sus brazos en mí enlazados.
Pero también mucho me abrazó el viento
y soplaba y abrazaba igual en otros lados.
Sepa usted señora que ella no era el amor
y si así le parecía, era sólo impresión falsa.
Aun cuando en sueños en jardín multicolor,
caminaba de mi mano, cantando descalza.
Sepa que las historias de amor vividas,
no tienen como se cree, finales felices…
vemos el cielo con nubes de azul teñidas
y olvidamos que también están las grises.
Tuvimos quizá un destino muy merecido,
capítulos de amor escritos sin fantasía.
pero si hay episodios dedicados al olvido,
sepa usted que no se han escrito todavía.
Original de Álvaro Márquez
Caracas, Venezuela
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