¡Manos suaves y tiernas!
Que parecen de armiño blancas rosas,
que destilan fragancias olorosas
en el pecho exaltado;
y repleto de amor soñando pasa
con caricia que abraza,
y sumiso se queda aprisionado,
cual pájaro enjaulado
en ternuras excelsas, sempiternas;
¡manos suaves y tiernas!
¡Manos suaves y tiernas!
Que me dan sus ternuras tentadoras,
y me llenan de ideas soñadoras
con célicas pasiones
con sus roces de suave terciopelo
me transportan al cielo;
y poseen del bálsamo los dones
que curan corazones,
de grandes soledades tan eternas;
¡manos suaves y tiernas!
Autor: Aníbal Rodríguez.