Y nos quedamos solos los dos, fueron momento maravilloso, un hechizo cautivador, poco a poco nuestros cuerpos se acercaban, nuestras miradas fijas mientras palpitaban nuestros corazones.
Nuestras caricias abrazos y besos no se detuvieron, nos ayudamos a desvéstirnos mutuamente, tú lucias una camisa negra, tus hermosos cabellos recogidos, más tarde te lo soltaste y se ajustaban a tu cuello hasta llegar a tus senos.
Fue cuando nuestros cuerpos caminaron lentamente sin dejarnos de besar donde nos esperaba una noche de placer y de amor, de furia y desenfreno, una hermosa pasión hasta que nos despierten los primeros rayos de sol.
Pintura de Ricardo Sanz
© José Cascales Muñoz
Reservado todos los derechos.
24 de Noviembre 2017