II
A veces, tal vez demasiadas,
la magnética luna pareciera
una ermitaña y argentosa naranja,
en la cúpula de rumores y estrellas.
Y en ocasiones, quizá otras tantas,
el menguado satélite casi extinto,
se revela como un tímido coqueteo,
en el tenue guiño, ¡de tus bellos ojos!
e.g.