Yo tengo un amigo muerto que en sueños habla conmigo; nunca ha descansado en paz ni su mitad es el ombligo.
Pido a Dios, en oraciones, por ese amigo difunto; para que le de el sosiego y, así, pueda descansar.
Ahora, mi amigo extinto, se encuentra muy intranquilo; Porque antes de morir vivió en un mundo de vivos: profanadores de ideas a cuenta de conveniencia.
Por siempre, este amigo fenecido, mantuvo enfrentamientos con aquellos que, tapando el sol con un dedo, disfrutaban del derroche de un sudor que no era de ellos.
Mi amigo muerto, señores, ni aún siendo un cadáver ha abandonado su luchar contra la cruel indolencia a la que fue sometido a cuenta de conveniencia.
Salpicada está su tumba, con lagrimas que ha derramado, el dolor que él se ha llevado lloviendo está desde abajo como si fuera invertida la propia lluvia del cielo.
Baya un réquiem por mi amigo, también un ave Maria; para que le de sus alas y pueda alcanzar a dios perdonando a esos vivos que le causaron dolor.
Descansa en paz, buen amigo, trata ya de conciliar el sueño que dios te ha dado para que llegues tranquilo a un distinto lugar: al cielo.
PABEDIZ…