En un día, de esos muchos que se fueron,
escribí el poema más bello jamás escrito.
Se preguntarán con razón
y ¿Donde está dicho poema,y
porqué jamás se me fue leído?
La respuesta, es sobrecogedora:
pues este...cayó al mar,
y por donde cayó la tinta brotó.
Sucedió tan inmediatamente como
coloqué el punto final del verso último,
Ahh! fue tan perfecto ese punto,como lágrima,
tan bien embarazado de la hoja donde fue puesto.
Se preguntarán por finalizar el drama
al que no le buscan encuentro,
y con la duda de furor crispada
¿Cómo el escrito llegó a parar al mar?,
la respuesta es sencilla y amena:
La escribí acostado en el pórtico
el cual tuve la onírica idea
de construir en lo alto del más azul barranco.
Así pues,como he dicho,
tan pronto como tuve el papel en mis manos,
y me sentí orgulloso y mi pecho se alzó,
tal ves por el ave,o el viento,
pero éste cayó al mar...
quien, como planéase con premeditación y alevocía
le recibió igual que a un padre proveedor,dejándome
destrozado, imperturbable, desalmado, observando el crimen.
Es así, fuí inspirado para la sublimada traición,
llamado para endulzar a ese lejano líquido,
y ahora mi tiempo, que alguna vez fue oro,
no es sino...apenas pasado,
apenas un intento, o quien sabe si es aún menos.
No tengo ganas de llorar.