angelillo201

otro día educando en el paraíso

Aún estaba ante mi  desplegada la imagen golpeando mi cabeza en casa de María de aquel perro en medio del barranco. Parecía dormir podrido con los ojos cerrados, las orejas devoradas por alguna alimaña, el hocico enroscado sobre sus muslos traseros como si  protegiera del  rocío su piel viscosa casi liquida, por la que subía y bajaba un enjambre de avispas. EL viento mecía las bolsas de plástico abiertas y desgarradas donde le habían metido para arrojarlo. Pasé por allí porqué debía hacerlo. Aspire con asco y dolor una aire a putrefacción junto al animal. Imagine perpetuas flores sobre el agujero de una guitarra, y una voz diciendo:

estamos juntos en el paraíso ¿ verdad?

II. Otro día educando en el Paraíso.

si te anuncian entre las calles

que estas en la ciudad educadora,

aunque andes mal vestido

y sintiéndote expulsado de la sociedad,

pero sujetando un teléfono móvil;

creerás seguir en el paraíso.

¿ No te advirtieron que no fueras a las esquinas agónicas,

de donde salen gusanos amarillos y rojos que se enredan en la carne?

El resto cerraron sus puertas,

para asegurar que vivían en el paraíso.

Si algo no anda bien

no tienes porqué saberlo.

Alguien ya mando ángeles con capas,

a tirar capas de cal y malvas en el asunto.

Mientras en las calles;

se aprende a bailar alegre

cada uno con sus penas

emocionado por vivir en el paraíso.

III.

Las imágenes de ese perro se iban difuminando, como si mi memoria fuera débil, o quisiera olvidar en el paraíso, pero ;

! Oh no! Otros perros  iban surgiendo.

María atendía desde el sofá el teléfono móvil, un frío  sábado de noviembre en la ciudad educadora, cuyo propósito era hacer feliz y agradable la vida de sus habitantes.Unos amigos suyos parecían desconcertados y no sabían que hacer con un perro que se habían encontrado sin chip, y la policía local no quería hacerse cargo. Andaban por las calles bajo la decoración navideña apagada, el perro movía la cola y  seguía al grupo de amigos de María al fin del mundo.

Una amiga suya compartía un mensaje desesperado, había perdido una perra con chip que mostraba en fotos de las redes sociales  , pedía ayuda en el paraíso, y compartir su perdida, por si alguien  la encontraba.

Oh no- le dije a María- estamos en el paraíso, muy abajo.

Angelillo de Uixó.