Aguja valiente,
fría e imparable.
Continúas tu latido
impasible, tu columpio,
tu ajedrez. Sigue,
no puede parar.
Él no puede parar nunca.
Y tú, sólo te esfumas como la luna.
Nuestros tristes navíos,
navíos tristes,
vuelan como la espuma.
Él no puede nunca parar.
Nada se detiene,
nunca.