Hoy quiero homenajear a mi amiga Ruth Sokol (KEPD), que con el marco de su terrible enfermedad escribía para su pequeña libreta arrugada. Este es uno de sus poemas, puro corazón.
El bosque de la vida
se derrumba
bajo el hachero sol
día tras día.
Entonces la verdad
es la memoria;
lo que queda del hombre,
astillas.
El bosque es uno solo,
el de la vida.
Los hacheros en cambio
somos dos.
Yo por un lado
abriendo lo herido
y tú por el otro
la picada al sol.
Qué terrible ha de ser
crecer árbol
y sentir que nos compran
por madera.
Qué destino el de la vida
cuando se tiene alma jornalera.
No dejemos que el bosque
llegue al ralo
para entender que el bosque
es un nido.
No dejemos entrar al hombre
malo
por el lado del sol
o de la herida.
Defendamos la vida
palo a palo
o no nos dejarán ni las astillas.