Extraño…
A una mujer que nunca me quiso, pero aun así extraño todo lo que decía, lo que callaba, lo que sentía.
Extraño…
Lo que tenía y no tenía en mente; su debilidad, su fuerza creciente; cuando reía, incluso cuando lloraba,
y esa mirada que dibujaba en su rostro, cuando lo negativo afloraba.
Extraño…
Su olor, su calor, su presencia, sus pasos ligeros al llegar gritando el final de su ausencia;
su juventud, la forma como la llevaba, su voluntad ciega cuando reclamaba.
Extraño…
Su alegría, su agonía, su gentileza, verla luchar impetuosamente contra la pereza;
cuando bailaba, cuando cantaba, lo que le gustaba y también lo que le espantaba.
Extraño…
Disfrutar del tiempo que me regalaba cuando a mi lado se sentaba…
Y es porque la extraño tanto que…
“amo su todo, aunque tenga su nada”.
Eric Rancol González.