Café auténtico,
virginal,
café puro, aromático
que embriaga con su sabor.
Quise endulzarle, pero con letras
y así nacientes... dulces palabras.
Una cucharada...
y sobre ella treinta y una letras
que al revolverlas forma:
“Eres el más sensual ser que he visto yo.”
Todavía no endulza...
otra cucharada a la taza,
Dieciséis letras:
“La fantasía soñada”.
Aún una pizca falta, seis letras:
“Mi amor.”
Café amargo,
grato;
endulzado,
mejor...
y con palabras, las dulces,
mucho mejor.