Había una vez una casa donde era tan desolada como la lluvia sin el sol o como el jardín sin rosas y sus olores. Cuando entra a ella por encomiendas de la vida Hazel, un niño de casi ocho años de edad, pero, muy maduro para su corta edad. Observa que hay mucho polvo y telarañas por doquier. Él, trata de asear la casa con un pañuelo que encontró tirado en el suelo y limpia un espejo y en ese espejo se vé reflejado casi enfrente la cara de un perro “bull dog”. Lo observa y le dice: -“oye, amigo, quieres jugar conmigo”- y el perro sintió un profundo amor por ese niño que le ayudó a sobrevivir y a salir de esa casa donde permanecía encerrado por no poder abrir la puerta y le dió de comer. El niño de casi ocho años para mayor seguridad para él y para el perro que ahora su amigo y más fiel que el mismo cielo y contra todo se quedó el niño y el perro y la vida que cada vez que se vivía o se trataba de vivir sentía que la vida le hacía un porvenir incierto o dudoso en llegar a ser un niño feliz. Entonces, Hazel, decide salir con el perro todo bañado y perfumado y se lo presenta a la vida, a sus amigos de infancia. Todos corren al “bull dog”. Y se dice que eran tan felices que comenzaba la carrera de la vida por ser el mejor amigo de vida del “bull dog”. Un día, cuenta el cuento que, salieron a pasear y el “bull dog”, tenía tan agitado el corazón que se perdió entre la gente, el niño no supo qué hacer y regresó a la casa vieja en espera de que el “bull dog” regresara. Pero, no fue así, lo cogió un anciano ciego como guía de sus aventuras por la vida y que lo guiara hasta el fin del mundo. Luego el anciano le dijo al “bull dog”... -“yo te quiero mucho, pero, no puedo retener a alguien que llegó a mí por sorpresas de la vida”-, y soltó al “bull dog”. La vida y el perro, y la vida se edificó mayormente en crear algo siniestro para él, había una casa desolada donde existía un secuestro en ese mismo instante en que él paseaba por esa casa vieja, vé a una jovencita amarrada y atrapada entre una silla. La policía estaba allí, pero no se podían penetrar al lugar. El “bull dog”, subió a escena en un acto tan impetuoso que llegó hasta la joven y le soltó las amarras y la salvó de morir en la obra. Y el “bull dog”, fue el héroe de la película que se estaba filmando para un comercial. Y lo adoptó la policía como perro guardián y de seguridad para que laborara para ellos por ser tan grande como el cielo y tan bueno como un pedazo de pan. Pero, el “bull dog”, se cansó de olfatear y de trabajar para ellos y perdió su olfato, lo abandonaron en un refugio por yá casi no poder trabajar para ellos. En el refugio encuentra amigos de todas clases como gatos, conejos, tortugas, y otros animales como un pajarito y otros perros. Lo adopta un niño de catorce años llamado Hazel, Hazel lo mira y observa que tenía un lunar de frente a su hocico y que era el mismo que se había encontrado cuando tenía casi ocho años en aquella casa vieja y abandonada. No dice nada, y a ese perro lo adopta el. Y la vida seguía su curso y su rumbo. Y nadie se percató en la extraña forma que tenía el perro de vivir. Cuando se acerca el incierto momento de dar por emprendido algo, una forma de ver la vida y de vivir. Y salió Hazel de paseo y se vuelve a perder el “bull dog”, esta vez es más ardua la labor de perseguir a un perro. Cuando consigue hallar la forma de perseguirlo encontró que en un rincón cerca de la casa y yá había hecho cría el “bull dog”. Había un sólo perro que se parecía físicamente al “bull dog”. Y creció como crece un jardín de rosas blancas y cosechó en la vida lo mismo que hizo su padre. Recorrer de esquina a esquina la vida, vivir y sobrevivir en una tan bonita vida que le dió la vida para laborar junto a muchas personas buenas. Pero, quedará por siempre la vida y el perro, la forma de vivir y la extraña forma de poder vivir con un amor total que le ofreció la vida y Hazel. Hazel creció también, cuando murió el “bull dog”, el quedó por siempre con su cría y le dió mucho amor, y la fidelidad que nunca pudo darle al “bull dog”, porque simplemente la vida marca como el lunar en el hocico del perro y la vida también a veces se pierde entre tanto recorrer por los espacios vacíos que nos trae la vida por seguir vivir…
**-FIN-**