Cantando baja el riachuelo, por la escarpada montaña
aprendiéndose con mil mañas, hasta hundirse bajo el suelo
por donde corre ligero y se adentra en sus entrañas.
De nada sirve el desvelo, si no apoya la constancia
aprende a guardar las ansias, valora bien cada paso
y llegaras al ocaso de tu vida en plena gracia.
Sabio escuchar, aprender, cultivarse como tierra,
al final es nuestra esencia la que transciende en este viaje pactado
donde la pálida muerte viaja siempre a nuestro lado.
El alma es rayo de sol que resplandece en los ojos
escapando del despojo de nuestro traje carnal
tan frágil y tan banal.
Solo quedan al final esas fértiles semilla
esa sencilla ceniza que tu cuerpo donará
donde brote maravilla, de lo que fue vanidad.
Corteza de la corteza de nuestro duro bregar
soñar, reír, recrear en el paso por la vida
sabiendo que la salida sigue en el mismo lugar.
Todos vamos a la par recorriendo el mismo rumbo
es la humildad esa estrella que resplandece en la frente
la que nos hace más fuertes, mas humanos, mas profundos.
Se cuidadoso al juzgar, no extremes en el rigor
rechaza el falso pudor y extrema la dignidad
pues con la vara que hoy mides, un día te medirán.