Entreabrí las puestas de mi cerebro
y unos versos inquietos se escaparon,
ya no son míos, hoy se los entrego
porque alzaron sus alas y volaron.
Cuando estaban en mi mente prisioneros
yo era su dueño y señor absoluto,
ahora andan por el mundo entero
y esclavo soy de sus discursos.
Cuando les di vida en mi cerebro
producto de mi propia inspiración
tuve tiempo de jugar con ellos
antes de dar comienzo a la función.
Ahora que de mi se han ido
me recuerda la historia familiar:
los versos son como los hijos
que algún día tienen que volar…
Ahora que de mi se han ido
me quedo solo, pensando en ellos;
hijos y versos son lo mismo:
se van de nosotros, y se marchan lejos.