Pequeña fría, tersa y eterna, ¿cómo es que el destino te trajo aquí?. Hermosa solitaria, me habría gustado no lastimarte, pero jamas pensé encontrarte en este lugar.
Seguramente extrañas el cantar del agua o los rayos de sol refractados en la superficie del río.
No puedes expresar nada, mas tu longeva existencia es ineludible, ¿cuántos siglos has estado aquí y cuantos mas te llevaron a tener la perfecta forma que ahora tienes?.
Piedra de río, como un poema interminable es tu superficie constante. En las líneas de tu veta puedo ver la historia misma de esta tierra.
Te forjaste en la intensidad de un mundo que no conocía vida y trasendiste hasta este momento en que mis endebles manos te han alcanzado.
Sólo te leo, pero quisiera que hablarás, que me dijeras las cosas que has visto, si conociste a Dios en el comienzo y si quisieras verlo de nuevo al final de los días.