De como la fiebre en el cuerpo humano es capaz de perturbar la mente y producir un _ delirium tremens_ que se apodera de los sentidos, se adueña de la voluntad y te sumerge en distintas emociones, llevàndote a un mundo paralelo irreal:
Un día cualquiera de mi vida mustia, desperté mal herida de tristeza, temblaba de frìo, sudaba, era la fiebre abrasadora que ahogaba mi cuerpo y deliraba, me vi en un lecho vacío, las paredes de la alcoba eran el eco de mi pena, enmudecìan con gritos de silencio, rebotaba y me sacudía la cama, así que levantè deprisa y me planté frente a la terraza a mirar la montaña, que majestuosa se erguía en el horizonte, y ella seguía allí, igual como siempre, segura, calmada, en invierno o en verano, permanecía imponente y frondosa, frente a mis ojos.
Calladamente le hablè y preguntaba ¿Cuántas lunas acariciaron sus laderas? ¿Cuantas aves le arrullaron con cantos de primavera? luego di la vuelta, vi mi entorno, ¡Cuàn triste parecìa el dìa! reinaba el silencio, no se escuchaba absolutamente nada, ni siquiera el trinar de las aves, ni el ladrido de los perros y me pregunté ¿Adónde están todos, que se hicieron? ¿Adónde se fueron? corrì en búsqueda de mi familia, mi padre no estaba en el pequeño taller trasero de la casa, donde solìa pasar construyendo cosas, y le llamè en voz alta ¡Padre! ¡Padre mío! ¿Donde estas, que no te veo? ¿Que te has hecho? y mirè al patio contiguo y no estaban ni el, ni mi madre cerca al tendero colgando la ropa, como acostumbraba, entonces me dirigì a la cocina, y no veìa ni a mi esposo, ni mis hijos. No entendìa que habìa ocurrido, el porque de tanta soledad ¿Porque no estaba mi familia?
Desesperada comencè a llorar, gritar por mis hijos, uno a uno los llamè, ¡Samuel! ¡Miguel Antonio! ¡Juana! ¡Juliana! y ninguno respondiò, ¿Se habrían marchado? observè que en la cocina, no había cocido caliente sobre la hornalla, ni se escuchaba la radio con las noticias, de nuevo llamè a mi madre, insistentemente gritè, ¡Madre! ¡Madre!, ¿Dónde estas? ¿Adonde te has ido? y pensè ¿Acaso se habrà escondido? me decìa, mientras seguía caminando por los cuatro costados de la casa, nadie habìa, ni en los rincones, recordè a mi hermano menor y pronuncie su nombre, ¡Jorge! ¡Jorgito! ¿Donde estas hermanito? pero al parecer, tampoco me escuchaba, nadie me respondìa, por ùltimo muy angustiada llamè a mi esposo, al compañero de mi vida por mas de treinta años, gritando le llamaba ¡Amor! ¡Amor mìo! ¿ Santiago donde estas? y era el silencio quien en mi mente respondìa ¿Te ha abandonado? Rebeca, ya no busques mas, el tambièn se ha marchado.
Fue cuando pasè frente al espejo del salòn y vi mi rostro enrojecido, mi pijama mojada, dándome cuenta que volaba en fiebre, corrì al botiquìn de las medicinas, con los ojos llorosos busqué rápidamente un antipirético, tome un par de ellos, me recostè en el primera butaca que conseguì al paso, cerrè los ojos y me dije, Rebeca es una pesadilla, o tal vez estés delirando, ¡Rebeca! trata de calmarte...
Y no se cuanto tiempo pasò, creo que me quedè dormida, y al abrir los ojos nuevamente, fui poco a poco recordando mi vida actual, recordè que habìa transcurrido el tiempo, que hacia varios años vivìa completamente sola, parte de mi familia se habìa ido al otro lado, al mas allá sin retorno, mi padre expirò en mis brazos años atrás, igual que mi madre que tambièn falleciò en mis brazos dos años mas tarde, y a mi hermano menor un noche le diò un doloroso infarto, y muriò poco despuès abrazado a mi pecho.
¡Si! no era pesadilla, todo habìa ocurrido ya, por otra parte, mis hijos, se habían graduado, casado y marchado al exterior, mas allá de las fronteras de mi patria educaban a mis nietos, y se lamentaba mi ser por la ausencia de mi amado esposo, quien se habìa ido al encuentro de otro amor, para recomenzar su vida, pues el se sentìa con derecho y lo tenìa, el aùn se veìa joven, era deportista, en fin, se conservaba muy bien, ¡Si! justamente, el se marchò al año siguiente, de cuando quedè sola, y hasta mis mascotas habían muerto ya, ¡Ah! y a los pericos les devolvì su libertad, la jaula en el jardìn quedò tan vacìa como yo, llena de arañas y rodeada de mariposas.
Entonces, vuelvo los ojos a mi propia historia, estoy sola, inmensamente sola, en un mar de pensamientos sin olas, sola en la vorágine de los recuerdos, y hasta estos habìan querido dejarme y marcharse, estoy sola sin ilusiones, solo con una esperanza, esperando cada dìa vengan a visitar las aves canoras a mi terraza, esperando a que la brisa de la tarde me refresque el alma, esperando la caricia nocturna de los rayos de la luna en mi sagrado aposento, esperando... siempre esperando que un día al despertar, ya no este sola, ni muriendo de tristeza en la torre de este castillo en ruinas, donde ha desaparecido todo encanto.
Sin compañia para comer en la mesa, mas que la gata Princesa del vecino, o del perro Gael de la vecina, quienes gustan de mis predios, asì vivo, sin nadie con quien hablar, solo escuchando las viejas chismear en la televisiòn Española, o declamando poemas en mis emisiones de radio, y a los vecinos con frecuencia oigo a lo lejos discutiendo. Me pasa el tiempo, trabajo a ratos de taxista, cuando me solicitan un servicio y aprovecho de escuchar sus historias, la música la mitad del tiempo me acompaña, leo y escribo tonterías o sandeces hasta media noche o en mis ratos libres, ¡por cierto! tambièn me escribo con los amigos que no veo, acá en mi tablero, cercanos a mis dedos en el ordenador, y son mis amados poetas del portal, que estàn plenos vivos en mi corazòn, ellos estrellas de mi mundo virtual, y mi mundo real, se confunden en mi mundo actual.
Sin embargo, reflexiono e insatisfecha cuestiono: ¿Que paso Dios? ¿Porque quede tan sola? si fui reina de aquel palacio de oro, llamado hogar y tuve un rey, todo lo tuve, jardines bellos, mascotas, alegrías, amor di a raudales, ¡Si! creì tenerlo todo, pero... que equivocada estuve, hasta un día gris cuando despertè en una casa vacía, sin tener a quien abrazar, besar y acariciar, Yo que era tan mimosa, celosa y querendona empedernida, tanto que asfixiaba, y ahora debo vivir sin sentir el calor de otro ser humano a mi costado-
¿Porque? ¿Porque pasò todo esto? ¡Oh Dios! de los tormentos y de las alegrìas ¡Dime! ¿Que fuè lo que hice mal? no lo comprendo, siempre hice lo que tenìa que hacer, estudiè, trabajè, respetè a los mayores, cuidè de mis padres, me dediquè a mi hogar, al esposo, a formar los hijos, mi mundo era mi familia, y cuando mi familia se marchò, simplemente, se acabò mi mundo...
Por un momento hago un tremendo esfuerzo por recordar los ojos de todos ellos, de cuando me miraban con amor, y no los puedo ver, entonces... ¿Adonde se fueron los inolvidables ojos de los que yo amaba con fervor? Las miradas de mis niños inocentes, o la mirada de mi padre en su vejez preocupado por la vida y por la muerte, la mirada amorosa de mi madre, siempre comprendiendo y perdonándo, y los ojos de aquel hombre hoy tan lejano, cuando poseìa mi cuerpo apasionadamente,
¿En que rincón de la mente se encuentran? ¿Acaso se las llevò la fiebre? ¿Porque no puedo dibujarlos en mi recuerdo? quiero imaginarlos, traerlos en mi visiòn, acercarlos de nuevo, y no puedo hacerlo, entonces, siento el correr làgrimas tristes por mis mejillas cansadas, llegando salobres a mis labios, se enjuga mi pecho, y me pregunto ¿Porque sigo viva? ¿Quien tiene la culpa?
¡Ah! la fiebre, ella es la culpable... ¿Serà un mal necesario? que exige al cuerpo, manifestación o alarma que te sacude, te estremece, te hace retroceder al inconsciente, para sorprenderte, o para que te ubiques en el mar de la realidad que navegas, ¡Fiebre! Si llega ya no puedes librarte de ella, asì como no puedes escapar del tiempo que señala tus pasos, ni el paso de los recuerdos que se borran de tus ojos.
Raquelinamor
Diciembre 5 , 2017