Viajan dos corazones por el corazón de mi amada; extrañamente todavía laten al vaivén de tres ninfas.
En esa hiel de la vida, la de tus besos que se van en tristes despedidas, todavía se sienten.
Duelen como dagas atravesando mi sustancia.
He venido a mis funerales, y todos lloran. Qué les habrá dado por tanta endecha!
Si sólo voy viajando por dos corazones al corazón de mi amada.
Si sólo estoy yendo al umbral de aquello que está oculto en el seno cuántico.
Ya no lloren más, que estoy cribando al amor en una despedida!
Una parte de mí, la nupcial tiene frío, y se inmola en cánticos escarlatas.
Hay una transubstanciación que carece de vino y de pan rondando en el silencio de las ánimas difuntas.
Y aquella culpa que se carga como piedras sobre la Esfinge de un páramo extinto.
Amada, por tu pecho se cuajan dos corazones eternos de frío.
Y yo...el viajero de tu sangre y de tu amor.
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David John Morales Arriola