A ti, la omnipresente,
mi eterna inolvidada enamorada,
mi corazón, agente
de incendio o llamarada,
que en ti se difumina
a fuerza de costumbre y de rutina.
La palabra empeñada
de amor, fidelidad y sacrificio,
de entrega obsesionada,
de pompa y de artificio,
celosamente amante,
renuevo involuntario a cada instante.
De símbolos y gestos,
señales del susurro y la caricia,
los ojos siempre prestos,
la piel y su pericia,
mi amor sin paliativos,
constantes, necesarios y adictivos.
Y no es amor al uso,
mantengo imperturbable y lo suscribo,
mas sé que en \"sobreabuso\",
-ninguno más concibo-,
igual que medicina,
mi espíritu mantiene y lo calcina.
Gonzaleja