Finalmente me dejo caer sin fin entre las delgadas grietas de esta soledad,
creyendo que allí se encuentra la verdadera razón de ser lo que soy.
A fin de encontrar el último brillo que amenace mi continuidad en el tiempo.
Una luz de sombra irrisoria semejante al cielo nocturno, donde esconde mi cuerpo,
como la luna azul que aparece delante de la constelación de Orión y se abandona así misma.
Aún así me aferro a las palabras de esta prosa.
Exigiendo algo de amor para creerme enamorada detrás de mi alma de poetisa.
Pero no hallo sino la muerte de mi escondida esencia perpetua,
sucediéndome interminable, contrastándome, hiriéndome.
Silenciándome hasta perderme en la poesía que hubo en mi,
la poesía que ya no está,
que antes de partir se llevó mi ilusión de vivir
Y ahora, sin saber concebir la luz de un nuevo, despertar…
Saliéndome, escapándome, hasta no ser ya la que hasta ayer fuí.