Midió su coraje frente al espejo
como mensurandolo en los poros,
hasta que el lento aliento lo desfiguró
en fantasma.
Veneró la forma irregular de la matricería
sopesó el frío metal en la palma,
su fe estaba en la comunión de esas dos almas.
Afuera el viento silbaba en el follaje,
apuró los pasos y el tabaco,
otra vez frente al destino...
El único Dios que no le había mentido...