En estos andenes ya no pasan más trenes
se acabo la canción y comenzó la pena.
Ya no vale llorar, no vale nada
no es de recibo recibir amor y muerte,
no es correspondido.
Ojalá fuera metal, frío e insensible;
pero en realidad no quiero,
pues no sería yo.
No podría vivir sin alegría ni pena, inerte
sin alguien al que llorar,
sin alguien por el que amar
merezca de veras.