Como diez años tenía
cuando en mi pecho colgaron
una cruz, la cual decía:
Por ti lo crucificaron!
Yo le pregunte a un asceta
lo que significaba eso,
y con rostro de profeta
fue a traer un libro grueso.
Comenzó a leer historias
de aquel libro misterioso;
apréndelo de memoria
me dijo en tono amistoso
.
Escuché con atención,
pregunté: quien lo escribió?
Como sabio respondió
muy repleto de emoción.
Me dijo: Dios lo escribió
para que tu le obedezcas,
para que muy feliz crezcas;
cuando lo hizo en ti pensó.
Me hablo de su gran bondad,
de su amor y omnipotencia,
como premio a mi obediencia
iría a la eternidad!
Más sus historias también
tenían aguda pena;
tendría brutal condena
si no me portaba bien.
Que si yo no obedecía
cruel castigo iba a tener
que en el infierno iba arder
donde mucho sufriría.
Al oír lo que decía
sentía miedo, no amor,
de la advertencia, el horror
en mi mente comprendía.
Me hablo del diablo y pecado,
de la Santa Redención,
de los que hayan salvación,
del que será condenado.
El tiempo se fue pasando,
en hombre me convertí,
un día al asceta ví
que venía meditando.
No tenía en su semblante
su mirada adormecida,
en su rostro había vida
vestía traje elegante.
Cuando me fijé en su cuello
vi que la cruz no llevaba,
dijo algo que no esperaba
cuando se dio cuenta de ello.
Me dijo: Querido amigo
de niño yo te enseñaba,
a mi mismo me engañaba
con lo que hablaba contigo.
Tuvieron que pasar años
y descubrir la verdad,
del gran Dios y su bondad,
encontré muchos engaños.
Un día abriendo mi mente
pude llegar a observar:
el mal no puede acabar
siendo tan omnipotente!
En mi cerebro bullía
la historia del albeldrío,
mi razón cobraba brío
entre más yo la leía.
Me pregunté varias veces
porque impone condiciones,
sus supuestas bendiciones,
se deben pagar con creces?
Si en verdad el existiera
con tan enorme poder,
nada habría que temer
y en la tierra paz hubiera.
Al mirar tanta amargura,
hambres, guerras y tiranos
Dios; te digo, es sueño vano;
con convicción muy segura.
El fue del hombre un invento
para obtener fama y gloria;
el paraíso es historia,
el infierno es puro cuento.
Cuando me iba a despedir
dijo al estrechar mi mano:
Busca forma de vivir
sin hacer daño a tu hermano.
Tu no podrás obtener
castigo ni recompensa,
tan solo la paz inmensa
que tu alma podrá tener.!
Autor: Anibal Rodríguez.